lunes, 3 de agosto de 2009

"Lo último de la moda"

¿Quién está libre de la publicidad?

“Yo no veo tele”,  “yo no escucho radio”, “yo no leo los diarios”. Éstos son los dichos de alguien que hoy podríamos decir que no es de este mundo. A un hippie en los sesenta o un punk en los setenta, tal vez le hubiésemos creído esto, pero la verdad es que el hombre contemporáneo vive invadido por lo que los estudiosos de las comunicaciones llaman Mass Media, o medios de comunicación masiva.

 

Grandes pantallas hoy invaden las calles del centro, o en formatos más pequeños hacen lo propio en los vagones del metro. En cada cuadra que recorremos encontramos kioskos plagados de portadas de diarios y revistas peleándose por captar la atención del transeúnte, es más, es tanto el interés por llegar a estar en nuestras manos, o mejor dicho en nuestras mentes, que algunos prospectos ni siquiera son vendidos, ¡ahora se regalan!

 

¿Qué moverá a los propietarios de estos medios a luchar con tal afán por conseguir un pedacito de nuestra atención? ¿informar? ¿Educar? ¿Entretener?

 

Ilusos. En el mundo democrático de hoy la industria mediática ya no se mueve por el afán informativo de un periodista bohemio, ni tampoco por los fines propagandísticos de algún político totalitario. No señor. Lo que hoy mueve al mundo es el VENDER, sí, así con letras grandes. Hay que gritar bien fuerte para lograr ser escuchados: ¡OFERTA! ¡GRAN LIQUIDACIÓN! ¡REBAJAMOS TODOS LOS PRECIOS! son los mensajes que se han transformado en el alma de los medios de comunicación. Que un programa nos parezca que informa muy bien, o nos entretiene de sobremanera, no es más que una linda caparazón, y que por cierto, está haciendo muy bien su trabajo de cautivar las mentes de los lectores, auditores o telespectadores bajo el único fin de vender lo último de la moda. Por cierto, al medio para conseguir este soterrado objetivo se le llama Publicidad.

 

Así es, la publicidad no sólo se ha transformado en el fin mediático, sino que también en el termómetro editorial de los medios. Entonces pues, podemos ver cómo telenovelas son sacadas del aire de un día para otro, dejando a decenas de actores sin trabajo porque no consiguió las metas publicitarias esperadas. Y más cruento aún ha sido este escenario bajo la dictadura del People Meter On Line, donde se han llegado a ver patéticos episodios en que desesperados ejecutivos de estaciones televisivas llaman desde sus propias casas ordenando el corte de un programa o el cambio de programación sobre la marcha, pues “la sintonía no nos acompaña”, sin el menor respeto por el público, que aunque sea minoritario, estaba entregándole su tiempo viendo aquel programa cortado de cuajo. ¿Dónde quedan los derechos de los consumidores a elegir libremente? ¿A ser informados en forma veraz y oportuna? Si ese telespectador que se preparó y reunió junto a sus amigos para ver el partido de su equipo, basado en la programación anunciada, y a la hora del encuentro ve que han cambiado drásticamente su ansiado partido por el reality de moda, ya que algún ejecutivo decidió a última hora que era la mejor forma de competirle al canal del lado que arrasaba en sintonía. ¿Quién le va a responder si dicho canal seguramente prefiere pagar una posible multa antes que dejar de responderle a su querido auspiciador?

 

Para qué hablar del respeto por los valores que alguna vez pudieron guiar a alguna estación ligada a creencias religiosas. Todo queda de lado a la hora de competir y conseguir entrar en los hogares bajo el único anhelo, como se ha dicho, de vender lo último de la moda.

 

Los publicistas lo saben bien, asociar sus marcas a un buen programa, o mejor aún, a un cotizado personaje televisivo, puede hacer que millones de personas cambien sus hábitos embobados y convencidos que si usan aquel producto tendrán la edad de aquel muchacho o las curvas de la mujer que anuncia en la TV. ¿Cómo puedo mejorar mi estatus? Pues vea la televisión y copie todo lo que ahí se le indica. No deje de estar a la moda, pues sino los demás no lo mirarán con respeto. Las personas que valen en el mundo de hoy no son los que piensan más, sino las que lucen mejor.

 

Tal vez quien consigue aislarse de los medios masivos, podrá liberarse de esta dictadura. Todo el mundo lo apuntará a sus espaldas y lo tacharán como “bicho raro”, pues no andará con el último IPod, ni las Nike con caña que visten los muchachos de su edad. Pero qué importa, si ese hombre tampoco mira a los demás, pues la publicidad no ha logrado manejar su razón y su emoción. A él lo dirigen las ideas, el instinto y el amor. Qué va a hacer ese pobre hombre si no está preparado para “lo que viene” como el MP4, el system touch o la 3G. Seguro nada, pues aún no pierde el poder de asombro, ya que para él la última novedad está en cada paso que da, pues aún vive en libertad.

jueves, 30 de julio de 2009

Soy RasumiKi

"Raskolnikov sólo logra hacer un buen amigo en la facultad, y ése es Rasumikin, un joven dicharachero, honesto, laborioso, y que si bien no era un "cateto", no era muy dado a las falsas novedades que ladraban nihilistas y/o socialistas. Rasumikin es un joven que en ocasiones, como muchos de su generación, se entrega a la bebida, pero que sabe estar en su sitio y sale adelante como traductor, lo cual acrecienta su carácter emprendedor. Rasumikin se preocupa por la salud de Rodia y por todo lo que le acaece al huraño provinciano, que desconcierta a propios y extraños".

Publicado por Fray Trabucaire acerca de "Crimen y Castigo" de Fiodor Dostoyevsky.